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domingo, 20 de junio de 2010

LOS VERANOS DE MI TIERRA


El Sablín

De: Maria Eugenia garcía Benedicto




El sol brillaba en la mañana de mi amado terruño “ Llanes ,“pronto cumpliría 6 años, me empiné en un banquito para mirar por la ventana, vi que la mar estaba de baja, así que no lo pensé dos veces me fui al cuartón a buscar una pala y una lata vacía, tenía que bajar al muelle, apenas había agua en el “ Riberu “ debía aprovechar, cogería gusana que me serviría de carnada para ir a pescar con mi primo Pachín, (yo le quería como a un papá, uno de tantos primos mayores que parecían tíos más que primos, mis abuelos tuvieron 19 hijos y yo era hija del menor )


Preparé los gusanitos pues había que rebozarlos en arena para que no se pegaran, mientras que escuchaba las bellas y armónicas voces de pescadores, que preparando redes interpretaban hermosas canciones asturianas, subí corriendo a mi casa y me puse el traje de baño, ya que parte de mis amigos se estaban bañando en el Sablín, esta pequeña playita se encontraba cerca del muelle y debajo del “ campu el gatu “ ahí vivía yo. ( Pero no había gatos)


Cuando la marea bajaba nos gustaba ir hacía las rocas para sacar cangrejos, erizos y si el mar todavía no subía, nos íbamos a otras rocas que estaban más lejanas, ya que en esos lugares se encontraban los percebes, las olas golpeaban fuerte, nos tirábamos de cabeza y metíamos las manos en pequeñas cuevas haciendo grandes esfuerzos, para poder arrancarlos de las rocas, francamente no teníamos mucho éxito, no obstante, conseguíamos algunos , luego nos repartíamos los mariscos y nos íbamos felices a nuestras casas a ver si con eso podían hacer alguna comida, nunca vi que prepararan algo con aquello; enseguida volvía a juntarme con mis amigos, nadábamos, nos tirábamos de cabeza desde las escaleras, la marea ya subía, hacíamos competencias, después venían las ahogadillas seguido de manotazos y trompazos, estampidas de las niñas más pequeñas saliendo del agua ( yo, una de las primeras que corría con mi amiga Pili que tenía 3 años más que yo y siempre me protegía, preparábamos rápidamente los bolazos de arena y se declaraba “ la guerra “ al final agotados, rebozados como pescadillas listas para freír , nos tirábamos al sol, esperando darnos el último baño del día y sacarnos toda la arena que en general se nos depositaba como bolsa en el trasero, salíamos por las escaleritas limpiecitos y con cara de “ santitos “ yo no recuerdo si alguien me cuidaba, creo que no, no hacía falta ya que siempre había gente que nos miraba y todos se conocían.


Las tardes de pesca con mi Primo Pachin eran muy entretenidas, íbamos a la barra, lugar donde finalizaba el puerto, era alta mar, los barcos de pesca siempre tenían que quedarse bastante cerca de ahí, esperando que subiese la marea para entrar en el puerto, a la barra iba mucha gente a pescar y muchos más a mirar.


Salía de mi casa tan contenta al lado de mi primo, mi cañita, mi tarro de gusana y por supuesto un canastillo para mis pescaditos, nos instalábamos y listo… a prepararse, anzuelo, carnada y posición, miraba a mi primo con que estilo movía la caña para lanzar el hilo al agua, yo trataba de imitarle, casi siempre me enredaba, Pachin con una carcajada y mirada bondadosa, me ayudaba enseñándome a echar con destreza la hilaza y luego a esperar, como buenos pescadores… que cosquilleo me entraba cada vez que picaban los peces y cuando sacaba uno me ponía… ¡ caramba!... estoy segura que un pescador de tiburones, no se sentiría más contento que yo, cuando agarraba uno. Pasábamos horas ahí y después a casa con pescaditos y todo.


Mi primo y su mujer Mercedes, con su pequeño hijo, venían de Madrid a pasar las vacaciones en nuestra casa, seguidamente iban apareciendo las primas, Eva y Gloria ellas eran hermanas y yo las recuerdo ya mozas, también estaba Conchita que era adolescente y alguna de mis tías. Recuerdo especialmente a mi tía Rely, ella era mi madrina y mamá de mi primo Pachín, todavía siento su perfume, no hacía falta que me dijeran que había llegado, desde las escaleras ya lo percibía, olía delicioso, por aquellos tiempos, nadie olía a nada pero ella sí, era una mujer elegante mas que bella interesante, después venían mis tías, Eva hermosa mujer, Luisa hubiese sido excelente cómica del absurdo, Covadonga artista por naturaleza y además los que vivíamos siempre ahí. Mis padres que por su profesión solían estar ausentes, tuve la suerte de compartirlos en ciertos momentos de mi niñez y juventud, me prepararon para entenderlo, Jordán de profesión violinista, último hijo de 19 de mi abuelita Florentina y mi mamá Antonina cantante, séptima hija de 14 hermanos que tuvo mi abuelita Matilde ¡tremendas prolíferas mis abuelas! mis abuelos, José García Pelaez ( Pepin de Pria ) escritor, esposo de Florentina Arguelles y Pedro Benedicto funcionario, esposo de Matilde Sánchez. Los primeros eran asturianos y los segundos andaluces, así que yo soy el fruto de la “jota y el flamenco.”


Aquellos tiempos eran difíciles para los mayores, nosotros los hijos de la post-guerra nos divertíamos sin imaginar las penurias de nuestros predecesores y el dolor que llevarían en sus almas, mi abuelita casi no hablaba de sus hijos muertos y siempre con cautela sacaba escritos de mi abuelo, que los tenía escondidos y me leía sus poemas, era natural escuchar su voz declamando en bable.


Un día me arrancaron de su lado, nunca más pude tener sus caricias, también tardé muchos años en tener un libro de mi abuelo en las manos.


En todo caso fueron tiempos inolvidables y felices, nunca sentí mi familia más unida que en aquellos tiempos, nunca vi más solidaridad entre ellos, nunca padecí carencia de amores, aunque no vivía con mis padres, tenía todo el cariño de mi familia y el amor más inmenso e incondicional de mi madre-abuela, mi madre-tía, mi prima-hermana y mi tierrina.





MARIA EUGENIA GARCIA BENEDICTO

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